miércoles, 27 de agosto de 2014

DELINCUENCIA

Así como tratamos de eliminar la fuerza de nuestras relaciones nacionales, y hoy es evidente que las condenas drásticas no han logrado prevenir la delincuencia ni impedir que la gente actúe con violento egoísmo (y esto constituye toda la delincuencia), y así como la actitud social (en contradicción a la posición antisocial de los que quebrantan la ley) es considerada deseable y enseñada en nuestras escuelas, así también está comenzando a surgir en la conciencia pública la inculcación de correctas relaciones, la difusión del autocontrol y el acrecentamiento del altruismo (que es, seguramente, la meta subjetiva y a menudo incomprendida de todo procedimiento jurídico), cons­tituyendo el necesario acercamiento a la juventud. La delincuencia será desterrada cuando las condiciones ambientales en que el niño vive sean mejoradas; cuando en los primeros años formativos se dé preferente atención al equilibrio glandular, tanto como a los dientes, los ojos, los oídos, la correcta postura y la adecuada alimentación, y cuando exista también una distribución más apropiada del factor tiempo y cuando la sicología y la astrología esotéri­cas contribuyan con sus conocimientos a educar a la juventud. Los antiguos métodos deben ceder su lugar a los nuevos y la actitud conservadora debe ser abandonada en favor del entrenamiento y experimentos físicos, síquicos y religiosos, aplicados en forma científica y motivados místicamente. Al decir religioso, no me refiero a la enseñanza doctrinaria o teológica, quiero signi­ficar el cultivo de esas actitudes y condiciones que evocarán la realidad en el hombre, y traerán a primer plano la conciencia del hombre interno espiritual, logrando así el reconocimiento del Dios inmanente.
(Reflexionen sobre esto Alice A. Bailey) 

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